Mi hijo/a pega

Las emociones en la infancia suelen ser descontroladas e intensas. Muchos niños entre los 16 meses y los 4 años tienen dificultad para gestionar todo su mundo interior y para controlar sus impulsos, por lo tanto, es totalmente normal que se expresen pegando, empujando o mordiendo.

A medida que van madurado van aprendiendo otras maneras de expresar todo aquello que les sucede, afrontando las distintas situaciones y desarrollando una conducta más reflexiva y comunicativa, eso suele pasar alrededor los 4 años de edad.

¿Qué puedes hacer para ayudarle?

Primero de todos es necesario recordar que cuando un niño/a pega o empuja no quiere hacer daño, simplemente puede estarse defendiéndose de algo que para el/ella es amenazador, necesitar apartar aquello que les molesta o no saber expresar la ira que sienten de otra manera.

Para poderles ayudar es fundamental que cada vez que se de la conducta (pegar, arañar, empujar, morder…) haya una intervención por parte del adulto. Dicha intervención debe guiar al niño/a con límites claros hacia la conducta, nunca hacia la emoción, y proporcionándole opciones que le ayuden a expresarse de una forma más saludable cuando vuelvan a vivir situaciones parecidas.

Siempre hay que ponerle palabras a la emoción que siente el niño y permitirle que la viva sin represiones (deja de llorar, no se siente rabia…). Hay que acercarse al niño siendo empáticos, de esta manera le ayudarás a sentirse atendido, querido, escuchado y visto. Además, le ayuda a entender lo que le está pasando y se coloca en una posición de escucha. A partir de ese momento es mucho más sencillo hablar y ayudarle a buscar alternativas al pegar. Es fundamental aclarar que no siempre se podrá hablar con el niño o niña al momento, sino que, en ocasiones, será necesario esperar unos minutos a que esté más tranquilo y a que tú también puedas intervenir de una forma pausada. En ocasiones ayuda el realizar un tiempo fuera positivo donde el niño o niña puedan tranquilizarse con aquello que le gusta (su peluche favorito, leer un cuento, etc.) para luego estar receptivos. Esto mismo también vale para los adultos, ya que, si lo que le queremos enseñar a nuestros hijos es el control de las emociones primero debemos controlarlas nosotros.

¿Qué alternativas les podemos ofrecer al pegar?

  1. Expresar la rabia con un grito en un lugar alejado
  2. Golpear el suelo con los pies
  3. Hacer un dibujo o un garabato que represente la emoción
  4. Poner palabras a lo que le sucede: A medida que el niño va ampliando su lenguaje va siendo más fácil ofrecerle la posibilidad de comunicar en lugar de pegar. De esta manera se le puede explicar que cuando suceda algo que le haga sentir rabia puede decir “no me gusta”, “este juguete es mío”, “fuera” o llamar al padre, madre tutor.

¿Cuáles serían los pasos a seguir?

  1. Intervén siempre y de inmediato: No hay que dejar pasar ninguna conducta agresiva, recuerda que siempre es una oportunidad para educar y ayudar a tu hijo/a en la gestión de sus emociones
  2. Atiende primero al agredido: Si el niño agredido está llorado atiéndelo primero con caricias y besos y comprueba que este bien. Además de observar el alcance del golpe también le enseñas a tu hijo/a como curar y reparar.
  3. Pon palabras a la emoción y valídala: Una vez has atendido al niño/a agredido, es importante que te alejes con tu hijo/a a un lugar más tranquilo. Lo primero que debes hacer es ponerle palabras a la emoción que crees que está sintiendo y que la valides (puedes decirle que tú también sientes rabia a veces, etc.). Tu forma de hablar debe ser tranquila, sin juicios, sin coletillas como por ejemplo “siempre estas igual” o “no se que haré contigo” y debes hacerle sentir querido a pesar de su conducta. También puedes preguntarle que necesita en ese momento para sentirse mejor antes de hablar de lo que ha sucedido.
  4. Muéstrale una alternativa al pegar: Una vez este más tranquilo explícale cuales pueden ser las conductas alternativas que puede utilizar si volviera a sentir lo mismo. También puedes preguntarle que cree que podría hacer y, así, incluirle en la búsqueda de soluciones.
  5. Enséñale como reparar su acción: Dentro de la búsqueda de soluciones también puedes preguntarle como cree que podría reparar lo sucedido, puede que te diga con un beso, con un abrazo o ayudando al niño o niña a reconstruir su castillo. No siempre suelen estar abiertos o preparados para reparar el dolor causado, especialmente cuando son más pequeños, por ese motivo es importante que seas tu quien lo haga para mostrárselo de una forma clara.

Poco a poco descubrirás como tu hijo/a va madurando y aprendiendo a gestionar de la manera más saludable las distintas emociones que irá sintiendo a lo largo de su vida.

Si sientes que necesitas ayuda y herramientas para solventar los distintos retos de la crianza no dudes en ponerte en contacto conmigo. A través de sesiones y/o talleres podrás incorporar la Disciplina Positiva en tu hogar, logrando una mejor relación familiar, profundizar en tu autoconocimiento y ser el tipo de madre/padre que siempre has deseado.

Lorena Alías – Lorena Terapia

 

 

 

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